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Dalí: Yo quise comprar Quermançó pero no se sabia quien era el dueño, creo que vivia en el extranjero. Yo habría puesto un rinoceronte en los bajos y los turistas habrian pagado para ir a verlo.
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El Castillo de Quermançó, que se divisa perfectamente desde Vilajuiga, está unido a sus aguas desde siempre. Una de las propietarias de este monumento, la gerente de la empresa, Montserrat Solé y Vilará, ha expresado su intención de venderlo, "sempre que las etiquetas de nuestras botellas puedan seguir llevando la silueta del castillo. És la única condición que pondré".
Salvador Dalí, según comenta Montserrat Solé, quería comprar el castillo para poner en su interior, "un órgano que sonara con la fuerza del viento de tramontana".
Estuvimos en negociaciones durante un tiempo, pero el quería pagar en cuadros y algunos de los propietarios querian el dinero. Ahora creo que habría sido una buena inversión tener una colección de cuadros del pintor ampurdanés".

El castillo de Quermançó en Vilajuiga, está en venta. La família Raté, propietaria de esta fortaleza desde finales del siglo pasado dice que "podría transformarse en el recinto ideal para celebrar bodas o banquetes, ya que disfruta de una de las mejores vistas de la llanura del Ampurdán", según su portavoz, Montse Soler, que hace unos meses rechazó una oferta de compra del Ayuntamiento de Vilajuïga "porque la cantidad que ofrecía era irrisoria".
Los primeros documentos escritos en que figura el castillo de Quermançó datan del siglo X "aunque se sospecha que ya existía antes", según Soler. La edificación está situada al pie de la carretera de Figueras a Llançá y presenta un aspecto muy deteriorado, fruto de los numerosos derribos y reconstrucciones a que ha sido sometido a lo largo de los siglos y a la erosión causada por la tramuntana.
El recinto mantiene la estructura de la última reconstrucción, realizada en 1808 por las tropas napoleónicas y presenta un cúmulo de vestigios arquitectónicos de las épocas ibérica, romana y visigótica.
La primera oferta de compra que recibió la família Ratés fue de Salvador Dalí, hace 30 años. El artista "quería instalar en el castillo un órgano gigante que, cuando soplara la tramuntana se oyera por todo el Ampurdán", dice Soler. La família no aceptó el trato porque Dalí no ofreciódinero a cambio sino pinturas. "Hoy me encantaría tener en casa una obra de Dalí", asegura.

Un triángulo daliniano que no debía ser. Muchos ampurdaneses saben que el triángulo daliniano que forman el castillo de Púbol, la casa de Portlligat y el Teatro Museo de Figueras no tenía que ser tal figura geométrica. Antes de adquirir el castillo de Púbol, Dalí estuvo enamorado del de Quermançó. Quiso comprarlo, pero la operación no llegó a cuajar. Hay muchas historias que rozan ya la leyenda, sobre los motivos por los que al final el castillo no fue adquirido por el pintor, pero a ciencia cierta nada se sabe.
Sí nos queda un recuerdo de la fascinación que el castillo ejerció sobre el genio empordanés, una escena pintada por Dalí, en el Palau del Vent de su teatro museo figuerense, titulada "El castillo de Quermançó y la cabra de oro". Este cuadro, hace referencia a otra de las leyendas que circulan sobre el castillo, y según la cual en algún lugar bajo el suelo de la fortaleza está escondida una cabra de oro de los judíos que vivían en Vilajuïga (el mismo nombre de la localidad se refiere a ellos: "vila jueva, villa judía" antes de su huída en 1492.

El castillo de Quermançó, en lo alto de una gran roca, nos reserva una de les vistes mas magníficas de toda la comarca. Recuerdo perfectamente los momentos en que he optado, como muchos otros ampurdaneses, por acercarme al castillo. Por ejemplo, siempre que la televisión anuncia una gran lluvia de estrellas, el castillo se llena por completo de gentes ávidas de su cielo límpio y sin contaminación lumínica. Una de las últimas veces, sin ir mas lejos, era imposible aparcar el coche en los alrededores y los accesos a la construcción presentaban, como si fuese un gran premio de motociclismo, un lleno absoluto. La verdad, era hermoso de ver.
No estamos pidiendo que cada fin de semana esté lleno de gente recorriendo sus murallas (hay un cierto peligro de desprendimientos que nos obliga siempre a tener cuidado donde ponemos los pies y por donde pasamos), pero si que se podría explotar un poco mas esta parte de nuestro patrimonio, cargada de historia y de leyendas (todavía circula la noticia de que hay una cabra de oro enterrada en el castillo o en sus proximidades, fruto de la huida de unos ricos habitantes).
Queda ya poco de la construcción, pero siempre ha sido y será un placer hacer una escapada al castillo y revivir otras épocas que, per suerte o por desgracia, poco tienen a ver con las actuales.